viernes, 22 de junio de 2012

Decidi perdonar, pero me di cuenta que nunca pediste disculpas.


¿Recuerdas cuando eras pequeño y mordías a otro niño sin querer en el recreo? El maestro decía ¡Pídele perdón! Lo decíamos pero no lo pensábamos porque el mocoso al que habíamos mordido se lo merecía. Pero cuando creces disculparse no es tan fácil, cuando acaban los días de recreo hay que decirlo en serio. No podemos reparar nuestros errores, pero podemos intentar hacer lo que nos parezca mejor, reparar los errores aunque parezcan irreparables. Lo siento, no siempre es suficiente, quizás porque se utiliza muchas veces, como arma, como excusa. Pero cuando lo sentimos y lo utilizamos como es debido, cuando lo pensamos… cuando nuestras acciones dicen más que las palabras… cuando lo hacemos bien, lo siento es perfecto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario