lunes, 5 de noviembre de 2012

Todo se puede simplificar y todo se puede complicar; y las dos cosas se pueden hacer con intención de ayudar a aclarar o como intento de confundir o esconder un fragmento de la verdad.
Pese a las dificultades, con convicción absoluta de las complicaciones, sabiendo los riesgos y a pesar del dolor de lo que no resulto como pensábamos, es importante no dudar de que al final el resultado sera aquel que habíamos previsto y deseado. El último paso nunca lo es por casualidad y siempre nos carga con la odiosa sensación de que todo lo anterior podría no servir si fallamos en este último momento. Es la puerta que nos permite, en muchos sentidos, dejar atrás lo pasado. Es el pasaporte seguro hacia lo que viene.

En las circunstancias más difíciles y en los momentos en los que nos invade la sensación de haber perdido el rumbo, la certeza del resultado final es justamente lo que podrá hacernos recuperar la fuerza para hacer y para arriesgar; la motivación para avanzar, para desear, para insistir, para valorar el camino recorrido y para seguir luchando por lo que creemos.

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