jueves, 29 de diciembre de 2011

Esperar lo que seguramente no vendrá

Si vienes, por ejemplo, a las 4, comenzaré a ser feliz desde las 3.
Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré.
A las 4 me sentiré agitado e inquieto.
¡Descubriré el precio de la felicidad!
Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...

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