jueves, 6 de septiembre de 2012

Por los motivos equivocados

Lo apostamos todo a un caballo perdedor y confiamos en que cruce el primero la línea de meta...lo realmente asombroso del asunto, es que a veces, lo hace.
Es lo mismo que hace inexplicable que dos personas que se gustan terminen por no ser amantes o que personas que se odian pasen la vida juntos.
Los seres humanos nos engañamos con una facilidad pasmosa. Intentamos creer que aprendemos de nuestros fracasos, que cada piedra en el camino es un buen indicador de la carretera que no debemos transitar. Perder nos hace más inteligentes. Eso nos decimos a nosotros mismos.

La teoría es correcta. Pero en la práctica lo cierto es que todos regresamos siempre al camino de las piedras, una y otra vez. Andamos en círculos, tropezamos, nos levantamos, juramos que hemos aprendido la lección y tropezamos de nuevo.
Deberíamos aprender de nuestros fallos. Creemos que lo hemos hecho... pero no es así. Esa es la verdad que somos incapaces de ver.
Tal vez es porque la memoria es selectiva, y al final sólo nos acordamos de una parte de la historia,  la que más nos conviene. O quizás es porque, aunque esté lleno de piedras, resulta más fácil andar por una carretera que conocemos que adentrarnos por un camino desconocido.
Nos engañamos pensando que todo será diferente porque estamos haciendo algo diferente. Pero seguimos haciendo lo mismo y el resultado será el de siempre.

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