sábado, 12 de enero de 2013

No es lo mismo miedo que cobardía


Y así me sentía: indefensa por no poder abordar toda aquella catarata de palabras a causa de tener la mente atrapada en tu boca. 
No quería que me recordaras por lo torpe y tonta que parecía en ese momento, tampoco por lo frías que eran siempre mis manos.
La frente, el párpado, tu mandíbula... Recorrí cada una de tus facciones por el mero placer de entenderte; tu ceño eternamente fruncido, tus cejas preocupadas y atentas, tus ojeras tristes; tu sonrisa apagada. 
Intenté buscar de ese modo el secreto para romper el hilo que hacía de ti una marioneta triste, cuya pena crónica estaba atada a los cambios del tiempo.
Entonces noté como tus manos se relajaban sobre mi espalda, y como tu pecho te pedía a gritos estar un poco más cerca del mío; como tu calor me invitaba a pasar, sin necesidad de quitarme los zapatos... Como, poco a poco, me dejabas conocerte.
 Y sé que mi corazón no necesita diccionarios ni traductores para saber que un 'no quiero sufrir' es el prefecto resumen a tus palabras.

Es lo que da sentido a nuestras intuiciones, los presentimientos, las certezas que no podemos demostrar pero que nos empujan a tomar una decisión y no otra. Es lo que nos lleva a confiar o desconfiar de una persona. Lo que nos permite sospechar que alguien está enamorado de nosotros, aunque no diga nada. Estamos rodeados de pistas. Pistas que nos indican el camino a la felicidad, qué hacer, qué decir. Pistas que a veces seguimos y a veces ignoramos y en ocasiones fingimos seguir o ignorar, cuando nuestra cobardía nos hace de lastre. Nos refugiamos en un "no lo sabía" que en realidad es un "sí lo sabía, aunque no pueda explicar cómo". 
"¿No todo es como a ti te gustaría? ¡Bienvenido al mundo real! Conseguir tus sueños llevará tiempo. Pero esto es lo que hará que realmente merezca la pena. Porque cuando mires atrás, verás cuánto te costó y lo valorarás mucho más. Sólo los cobardes se rinden sin haberlo dado todo"


Nos creemos muy listos, pero lo cierto es que, en la vida, nunca sabes el final hasta que no llegas a él. Así que es bueno que nos permitamos ser felices, porque nunca sabemos cuanto puede durar esa felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario