domingo, 9 de diciembre de 2012

Solo hay algo peor que el dolor, y es no sentir nada


Dicen que una persona vale lo que vale su palabra, y es cierto. Todos entendemos que la vida es imprevisible, los mejores momentos son los que no esperas tener y los contratiempos pueden jugarnos malas pasadas. Pero precisamente por eso deberíamos aprender a no hacer promesas a la ligera, simples palabras que se lanzan al viento, sin valor vinculante, de modo que podamos saltárnoslas cuando nos plazca. Y prometes, y te prometes...sera porque llega un punto en el que te das cuenta de que hacer lo que el corazón te pide es siempre lo que menos duele, pero lo que mas te mata!!
Noches de estas que te acurrucas en tu rincón favorito de la cama, el viento de su respiración en la nuca...demasiadas casualidades juntas y yo ya no soy tan necia...que poco me sorprendería que ahora de repente me diese por cerrar a cal y canto todas esas puertas...que poco me conozco si pienso que lo podría hacer!!...mi conciencia ha decidido darme la charla, como si tuviera la solución a todos mis problemas. Maldita mentirosa!!, que me hace sentir culpable por haberte mirado a los ojos el día que debí romper todo lo que me ataba a ti, que me quemaba la piel. Ya no se ni donde, ni como, ni cuando, apareces y desapareces como el parpadeo de un semáforo en ámbar que me dice que pase, que me ponga cómoda en ti, pero haciéndolo me arriesgo a que pase por delante una ráfaga de circunstancias que me dejen ahí.
No deberíamos ignorar a la única parte de uno mismo que no nos miente, mi propia conciencia me habla de lo que debería o no hacer. Es como si cada obstáculo me acercase a eso, a ese de quien me intento alejar pero no puedo ni quiero, a ese que ahora duerme mientras yo llevo un rato prometiéndome cerrar los ojos y...el corazón...

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